La Unión Europea ha puesto en marcha el Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE), un fondo específico, gestionado y organizado por el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y cofinanciado por el mismo BEI y la Comisión Europea. El Fondo financiará con 315.000 millones de euros en los próximos tres años proyectos estratégicos de infraestructuras como las de banda ancha, energía y transportes; educación, e innovación; de energías renovables y eficiencia energética de toda la UE.
Una parte de la nueva financiación se dedicará a apoyar la inversión de las pymes y las empresas de mediana capitalización a través del Fondo Europeo de Inversiones (FEI), entidad dedicada a este tipo de financiación dentro del Grupo BEI.
El FEIE podrá financiar proyectos de mayor riesgo y participar en actividades de mayor interés estratégico y, por tanto, de estructura más compleja. Esto excede a los programas ya existentes y a las actividades más tradicionales del BEI. Se prevé que este nuevo Fondo resultará atractivo para los inversores privados, ya que asumirá la parte más compleja y arriesgada de la transacción.
El Fondo proporcionará protección parcial del riesgo (frente a las primeras pérdidas) al Grupo BEI (el BEI y el FEI) que no perderá su triple A. Como resultado, proyectos de alto valor añadido pero con un riesgo más elevado, que actualmente no consiguen atraer financiación, se convertirán en proyectos aptos para la inversión. Una parte de la capacidad de riesgo del Fondo la podrán asumir de manera conjunta, si quieren, los bancos nacionales de fomento.
El presupuesto de la UE aportará 16.000 millones de euros, mientras que el BEI contribuirá con otros 5.000 millones en capacidad de absorción de riesgos. En conjunto, esto puede catalizar al menos 315.000 millones de euros adicionales para financiar inversiones, lo que equivale al 2% del PIB de la UE durante tres años, y significa duplicar prácticamente la capacidad de inversión del presupuesto de la UE.
No es igual en todos los Estados miembros, pero en general hay una falta de inversiones en sectores clave. Por ejemplo, las viviendas y empresas deberían beneficiarse de las tecnologías más recientes y volverse más eficientes en el consumo de energía. También, los sistemas de protección social necesitan una modernización sustancial para adaptarse al rápido envejecimiento de la población. Por otro lado, el sector de la energía necesita mejorar sus redes con las últimas tecnologías, integrar las fuentes de energía renovables y diversificar sus fuentes de abastecimiento.