La carrera para sustituir las baterías actuales de ion-litio está ya en marcha. En una situación avanzada se encuentra una tecnología que no emplea como base este codiciado metal, sino sodio, más abundante en la naturaleza y con propiedades interesantes para almacenar energía. Investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO) han logrado sintetizar un compuesto que mejora el rendimiento de las celdas experimentales de ion sodio. Lo han hecho al incorporar manganeso, un elemento metálico que mejora una de las debilidades de estas alternativas basadas en sodio: la capacidad.
En una batería se genera una corriente eléctrica gracias a la existencia de dos polos llamados ánodo y cátodo, que intercambian iones y electrones a través del electrólito y el circuito, respectivamente. Para incrementar la capacidad de la celda experimental, los científicos de la UCO plantearon un cambio en el material que se emplea como cátodo. En el cátodo se usó una composición de vanadio y sodio al que se incorporó el manganeso. Los investigadores observaron que la velocidad de carga y descarga era superior en varios escenarios. La descarga duraba más tiempo y la celda soportaba más ciclos de carga y descarga. Para crear una nueva batería, es importante que la descarga sea duradera, que se tarde poco en completarla de energía de nuevo y que persista mucho tiempo ese ciclo.
En muchas de las baterías que se emplean en la vida cotidiana, como las de los móviles, fluyen iones de litio. Los iones de sodio también pueden cumplir esta función, pero las baterías resultantes tienen dos rémoras: su capacidad y su voltaje es menor, por lo que la densidad de energía resultante es más pequeña. Además de más presente en la naturaleza, el sodio está más repartido por el mundo que el litio, que se concentra en pocas regiones de Asia y Sudamérica, por lo que es un recurso menos susceptible a tensiones económicas y geopolíticas.
A través de un proyecto nacional financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y Feder, los químicos de la UCO tratan de buscar materiales postlíticos, esto es, tratan de describir cómo serán las baterías del futuro que estarán presentes tanto en los dispositivos eléctricos que usen los ciudadanos como en sus vehículos o en sistemas de almacenamiento de energía procedentes de fuentes renovables. Estos científicos investigan con sodio, pero también con otros elementos como el magnesio, el calcio o el aluminio en busca de esa alternativa eficiente.