Las emisiones de dióxido de carbono originadas de la producción de energía se mantuvieron estables por tercer año consecutivo en 2016, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA). Este fue el resultado del aumento de energía renovable, el cambio de carbón a gas natural, las mejoras en la eficiencia energética, así como lo cambios estructurales en la economía mundial.
Las emisiones mundiales del sector de la energía se situaron 32,1 gigatoneladas en 2016, mientras que la economía global creció en un 3,1%, según la IEA. Las emisiones de dióxido de carbono disminuyeron en Estados Unidos y en China, los dos mayores consumidores de energía y emisores, y se mantuvieron estables en Europa, compensando los aumentos en el resto del mundo.
La mayor caída se produjo en Estados Unidos, donde las emisiones de dióxido de carbono cayeron un 3% o 160 millones de toneladas, mientras que la economía creció un 1,6%. El descenso fue impulsado por un aumento de los suministros de gas de esquisto y la energía renovable que desplazó al carbón. Las emisiones en los Estados Unidos están en su nivel más bajo desde 1992, un período durante el cual la economía creció un 80%.
Temperatura global inferior a 2ºC
En China, las emisiones cayeron un 1% en 2016, ya que la demanda de carbón se redujo mientras que la economía creció un 6,7%. Entre las principales razones, destaca el hecho de que creció el uso de las energías renovables y también se produjo un cambio del carbón al gas en el sector industrial y de edificios, impulsado en gran medida por las políticas gubernamentales que combaten la contaminación del aire. Dos tercios del crecimiento de la demanda de la electricidad de China, que creció un 5,4%, fue suministrada por las energías renovables, sobre todo hidroeléctrica y eólica.
La paralización del crecimiento de las emisiones es positiva para mejorar la contaminación del aire, pero no es suficiente para mantener la temperatura del planeta por debajo de 2ºC, afirma la IEA.