Durante los últimos nueve meses, 15 edificios de la Universidad de Stanford, en el estado de California (Estados Unidos), se han unido a lo que ahora es una constelación de 32 estructuras con paneles fotovoltaicos para la producción de energía eléctrica dentro una microrred que cubre buena parte de las necesidades energéticas del campus.
El proyecto representa la conclusión de un ambicioso plan puesto en marcha en 2012, cuando el Departamento de Sostenibilidad y Gestión de la Energía buscaron propuestas de 20 empresas de energía solar para expandir los recursos solares por toda la universidad.
Para llevar a cabo esta iniciativa, en 2013 Stanford auditó y analizó 60 posibles ubicaciones. Al año siguiente, la universidad eligió 15 edificios para el proyecto sobre la base de una variedad de factores, incluyendo las preocupaciones estéticas, la orientación, el tamaño y la pendiente del techo, así como los problemas de construcción. Las obras comenzaron en mayo de 2016 y finalizaron en febrero de 2017.
Energías renovables para el campus
Estos 15 edificios proporcionarán 4,5 MW dentro del sistema de distribución eléctrica del campus de Stanford. Incluyendo estos nuevos equipamientos, la universidad ya cuenta con un total de 32 estructuras de paneles solares que generarán el 53% de la electricidad que necesita esta institución académica para su actividad cotidiana.
Para este ambicioso proyecto, la universidad se ha asociado con SunPower, empresa de energía solar que también ha diseñado y construido la estación de generación solar de Stanford, otra pieza importante dentro de su proyecto de red energética, conocido como Innovaciones en el Sistema de Energía Stanford (SESI), que también incluye un revolucionario sistema de recuperación de calor para la calefacción y la refrigeración de los edificios del campus, finalizado en 2015.
El conjunto de estas instalaciones y el contrato de compra de energía verde firmado por Stanford permiten que todas el 65% de las necesidades energéticas del campus estén cubiertas por fuentes limpias como la solar, la geotermia y la eólica, lo que implica una reducción del 68% en sus emisiones de CO2 a la atmósfera.