El Cabildo de Gran Canaria ya cuenta con el estudio que define el sistema de optimización de la generación de electricidad para alcanzar un 70 por ciento de penetración de energías renovables en 20 años, informó el presidente insular, Antonio Morales, junto al catedrático Roque Calero, autor del estudio.
Se trata de un análisis nunca antes realizado para Gran Canaria “totalmente realista y realizable” que demuestra que no solo existe la necesidad, sino que existe la posibilidad, apuntan las conclusiones.
Además, también estudia la manera de optimizar la producción de agua para que sea con fuentes totalmente renovables, y el parque móvil, de manera que Gran Canaria cuente con una flota de 200.000 vehículos eléctricos en 2028.
El año de partida del estudio, para poder establecer las comparativas, es 2014 por ser del que dispone de datos. En ese año el consumo de petróleo en la isla fue de 3,4 millones de toneladas, el 62 por ciento correspondiente al suministro de barco y aviones (que cargan en Gran Canaria pero lo queman fuera).
Del 38 por ciento restante, perteneciente al consumo interno, dos tercios fue para producir electricidad –el 8 % para desalar agua-, y un tercio para transporte terrestre, que precisó 379.000 toneladas, lo que arroja una situación “claramente insostenible”, subraya el estudio.
Horizonte 2038
El nuevo modelo prevé un sistema convencional para suministrar el 30 por ciento restante y de respaldo al renovable, tal como existe en la actualidad para respaldar a los grupos de generación cuando fallan, algo de lo que la población no se entera porque salta automáticamente, apostilló Calero.
En cualquier caso, esta parte convencional descarta las grandes centrales y prevé grupos diésel que apenas tienen el tamaño de naves industriales –como ejemplo citó que los cruceros tienen hasta seis grupos-, tres plataformas eólicas de 885 megavatios –en torno a 160 aerogeneradores de tecnología actual-, 120 megavatios en plantas fotovoltaicas y una flota de 200.000 coches eléctricos, la mitad de los coches particulares de Gran Canaria.
El estudio también ha tenido en cuenta la amortización de las inversiones, y una política de ahorro del 10 por ciento, lo que en sí mismo supondría evitar el gasto de 32 millones de euros al año.
De hecho, el estudio ha valorado incluso el gas y confirma que no sería “una transición a las renovables, sino un bloqueo a las renovables”, subrayó Calero. Además, “¿de qué nos están hablando, de volver a quitar las vitrocerámicas para volver al gas, si el 70 por ciento del consumo de las placas va a ser eólico?”.
El estudio no ha contemplado opciones como la geotermia, ya en investigación por parte del Cabildo, o tecnología como la del hidrógeno, ni siquiera el autoconsumo de los hogares. Tampoco otras centrales adicionales a la de Chira-Soria ya previstas en el Plan Insular de Ordenación (PIO), de modo que a poco que alguna de estas opciones pueda ser incluida, el objetivo del 70 por ciento en 20 años será mayor, o bien se reducirá el periodo para alcanzarlo.
De momento, tanto el Cabildo como el autor del estudio han optado por situarse en el mayor de los realismos, y aun así, la propuesta resultante no tiene parangón en el mundo porque se trata de una propuesta para un sistema aislado de una población de un millón de personas, con un parque móvil de 700.000 vehículos, y con una necesidad de desalación de agua masiva, de modo que Gran Canaria no solo puede ser un referente, sino “el faro en el que se mire el mudo”, aseguró Calero.
El catedrático agregó que tampoco hay otro lugar en el mundo en disposición de suministrar un 70 por ciento del consumo que precisan los coches eléctricos a partir de renovables, de modo que las posibilidades de la isla, con records mundiales de horas de viento, son inmejorables.
Además, agregó Morales, es un plan que ya ha empezado a implantarse con acciones como el Plan Renovagua del Cabildo para desalar agua con renovables, el impulso de una red de recarga para vehículos eléctricos para facilitar su penetración y todas las medidas que gestiona el Consejo Insular de la Energía y que quedarán engarzadas al sistema definido por el estudio.
El horizonte marcado es 2038 porque es el año en el que los equipos térmicos actuales ya estarán amortizados, y es desde ahora cuando hay que determinar que las sustituciones deben realizarse con vistas al cambio de modelo, dijo Antonio Morales.