Dos compañías alemanas, CMBlu Projekt AG y el Grupo Schaeffler, han anunciado la firma de un acuerdo de desarrollo conjunto para cooperar en la producción a gran escala de sistemas de almacenamiento de energía con tecnología de flujo orgánico.
Durante los últimos cinco años, CMBlu, en colaboración con grupos de investigación de universidades alemanas, ha desarrollado la Tecnología de Almacenamiento de Flujo Orgánico para redes eléctricas a escala de prototipos. Ahora, CMBlu ha firmado un acuerdo de cooperación a largo plazo con Schaeffler para el desarrollo a gran escala de estos. El objetivo es proporcionar productos listos para el mercado.
En el siguiente paso, CMBlu establecerá la cadena de suministro completa, incluidos todos los productos previos con otros socios de la industria. Además, se creó una producción prototipo en Alzenau. CMBlu ya ha firmado contratos con clientes de referencia para implementar proyectos piloto seleccionados durante los próximos dos años. A partir de 2021 se planean los primeros sistemas comerciales.
Ventajas y aplicaciones de la tecnología de flujo orgánico
Las baterías de flujo orgánico se pueden utilizar de manera flexible como unidades de almacenamiento de energía estacionarias en la red eléctrica y contribuyen al equilibrio entre la generación y el consumo.
La tecnología tiene diversas aplicaciones, por ejemplo, en el almacenamiento intermedio de energías renovables o el afeitado máximo en plantas industriales. Otro campo de aplicación es la infraestructura de carga para la electromovilidad.
Como almacenamiento intermedio, las baterías contribuyen al alivio de las redes de media tensión, eliminando la necesidad de actualización debido a las cargas adicionales. Además, al tratarse de sistemas de almacenamiento de energía potentes y escalables, también hacen posible una infraestructura de carga descentralizada para vehículos eléctricos.
Funcionamiento de la tecnología de flujo orgánico
La tecnología subyacente es similar al principio de las baterías de flujo redox convencionales. La energía eléctrica se almacena en compuestos químicos, que forman electrolitos en solución acuosa. A diferencia de los sistemas convencionales basados en metales, las moléculas orgánicas derivadas de la lignina se utilizan para el almacenamiento. La lignina se puede encontrar en todas las plantas, tales como árboles o pastos. Es una fuente naturalmente renovable y se extrae en la producción de pulpa y papel como producto de desecho en una escala de un millón de toneladas. Esto garantiza la lignina como materia prima disponible permanentemente para el sistema de almacenamiento de energía a gran escala.
Todos los componentes electrotécnicos en el convertidor de energía se han adaptado a estos electrolitos y se han mejorado para una producción en masa rentable. Toda la cadena de valor de las baterías se puede realizar localmente. No hay dependencias de importación en países individuales. Además, los sistemas de baterías de flujo orgánico no utilizan tierras raras ni metales pesados, no son inflamables y, por lo tanto, pueden operarse de manera muy segura.
Debido a su principio de funcionamiento, la capacidad de los sistemas de flujo orgánico se puede ampliar independientemente de la potencia eléctrica y está limitada solo por el tamaño de los tanques de almacenamiento y la cantidad de electrolito.