Las energías renovables siguen generando beneficios socioeconómicos, con la creación de numerosos puestos de trabajo a nivel mundial. Así lo corrobora el último informe de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena). Se trata de la séptima edición de ‘Renewable Energy and Jobs – Annual Review’ (Energía Renovable y Empleo: Análisis Anual), que revela que los empleos en el sector alcanzaron los 11,5 millones a escala mundial el año pasado -frente a los 11 millones del año anterior- con la energía solar fotovoltaica a la cabeza, registrando esta última un tercio del total, unos 3,8 millones de empleos.
El nuevo informe de Irena revela que en 2019 Asia representó el 63% del empleo total en energías renovables, confirmando la posición de liderazgo de esta región en el mercado. En cuanto a la Unión Europea, según los datos del informe, cuenta con 1.317.000 empleos en el sector renovable.
Tecnologías renovables
A nivel global, los empleos en el ámbito de los biocombustibles siguen de cerca a la energía solar fotovoltaica, y alcanzaron los 2,5 millones. Muchos de estos empleos se encuentran en la cadena de suministro de la agricultura, concretamente en países como Brasil, Colombia, Malasia, Filipinas y Tailandia.
Por su parte, las industrias de la energía eólica y la hidroeléctrica destacan también entre los grandes empleadores del sector de las renovables, con aproximadamente 2 millones y 1,2 millones de empleos, respectivamente.
La edición de 2020 del Análisis Anual sostiene que las oportunidades de empleo son una consideración clave en la planificación del crecimiento económico con bajas emisiones de carbono. Muchos gobiernos han priorizado el desarrollo de energías renovables para reducir las emisiones y cumplir los objetivos climáticos internacionales en primer lugar, pero también en la búsqueda de beneficios socioeconómicos más amplios. El documento de Irena indica que este aumento del empleo en el sector de las renovables es esencial para la aplicación de políticas integrales, lideradas por medidas en los ámbitos de la educación y la capacitación, intervenciones en el mercado laboral y políticas industriales que respalden el aprovechamiento de las capacidades locales.
Para construir la base de habilidades para la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables, los países necesitarán más formación profesional, planes de estudio más sólidos, más formación de profesores y un uso más amplio de la tecnología de la información y las comunicaciones para el aprendizaje a distancia. El informe concluye que la pandemia de COVID-19 ha subrayado la necesidad de que las energías renovables satisfagan las necesidades sociales, económicas y ambientales.