Según el ‘Informe de mercado especial de energía hidroeléctrica’ de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), el crecimiento de las centrales hidroeléctricas en todo el mundo se ralentizará significativamente en esta década, poniendo en riesgo las ambiciones de los países de alcanzar emisiones netas cero, al tiempo que se garantiza un suministro de energía confiable y asequible para sus ciudadanos.
Se espera que la capacidad hidroeléctrica global aumente en un 17% entre 2021 y 2030. Sin embargo, según el documento, el crecimiento proyectado para la década de 2020 es casi un 25% más lento que la expansión de la energía hidroeléctrica en la década anterior.
Revertir la desaceleración esperada requerirá una serie de acciones políticas sólidas por parte de los gobiernos para abordar los principales desafíos que obstaculizan un despliegue más rápido de la energía hidroeléctrica, según el nuevo informe de la IEA.
Pronósticos detallados hasta 2030
En 2020, la energía hidroeléctrica suministró una sexta parte de la generación de electricidad mundial, lo que la convierte en la mayor fuente de energía con bajas emisiones de carbono, superando a todas las demás energías renovables juntas. Su producción ha aumentado un 70% en las últimas dos décadas, pero su participación en el suministro de electricidad mundial se ha mantenido estable debido a los aumentos en la energía eólica, solar fotovoltaica, gas natural y carbón. No obstante, la energía del agua satisface, actualmente, la mayor parte de la demanda de electricidad en 28 economías emergentes y en desarrollo diferentes, con una población total de 800 millones.
El informe especial de la IEA es el primer estudio que proporciona pronósticos globales detallados hasta 2030 para los tres tipos principales de energía hidroeléctrica: embalses, fugas de agua e instalaciones de almacenamiento por bombeo. Aproximadamente la mitad del potencial económicamente viable de la energía hidroeléctrica en todo el mundo está sin explotar, y este potencial es particularmente alto en las economías emergentes y en desarrollo, donde alcanza casi el 60%.
Mayor crecimiento en países emergentes
Según la configuración actual de políticas, China seguirá siendo el mercado de energía hidroeléctrica más grande hasta 2030, representando el 40% de la expansión global, seguido de India. Sin embargo, la participación de China en las sumas globales de energía hidroeléctrica ha ido disminuyendo debido a la menor disponibilidad de zonas más atractivas para los inversores y a la creciente preocupación por los impactos sociales y ambientales.
De aquí a 2030, se prevé que se gasten 127.000 millones de dólares en la modernización de plantas envejecidas, principalmente en economías avanzadas. Este es especialmente el caso en América del Norte, donde la edad promedio de una central hidroeléctrica es de casi 50 años, y en Europa, donde es de 45 años. Aun así, la inversión proyectada está muy por debajo de los 300 mil millones de dólares americanos, importe que el informe estima necesario para modernizar todas las plantas hidroeléctricas antiguas a nivel mundial.
Retos de la energía hidroeléctrica
Si bien la energía hidroeléctrica sigue siendo económicamente atractiva en muchas regiones del mundo, el informe destaca una serie de desafíos importantes a los que se enfrenta. Los nuevos proyectos hidroeléctricos a menudo se enfrentan a largos plazos de entrega, largos procesos de obtención de permisos, altos costos y riesgos de las evaluaciones ambientales, así como la oposición de las comunidades locales. Estas presiones aumentan los riesgos de las inversiones y los gastos de financiación, lo que desalienta a los inversores.
El informe de la IEA establece siete prioridades clave para los gobiernos que buscan acelerar el despliegue de energía hidroeléctrica de manera sostenible. Estos incluyen bloquear las estructuras de precios a largo plazo y garantizar que los proyectos se adhieran a pautas estrictas y mejores prácticas. Este tipo de enfoque puede minimizar los riesgos de sostenibilidad y maximizar las ventajas sociales, económicas y ambientales.
Si los gobiernos abordan los obstáculos para un despliegue más rápido de manera adecuada, la capacidad hidroeléctrica global podría aumentar en un 40% hasta 2030. Para poner al mundo en el camino hacia las emisiones netas para 2050, como se establece en la reciente hoja de ruta global de la IEA, los gobiernos tendrían que aumentar drásticamente sus ambiciones en este sector energético. De hecho, la capacidad hidroeléctrica mundial debería crecer dos veces más rápido hasta 2030 de lo pronosticado en el informe. Para lograrlo, se necesitaría un enfoque político mucho más sólido y global, concluye la Agencia Internacional de la Energía.