El rápido crecimiento de la economía mundial del hidrógeno puede generar cambios geoeconómicos y geopolíticos significativos que den lugar a una ola de nuevas interdependencias, según un nuevo análisis de la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena), titulado ‘Geopolitics of the Energy Transformation: The Hydrogen Factor‘. La Agencia estima que más del 30% del hidrógeno podría comercializarse a través de las fronteras para 2050, una proporción más alta que el gas natural en la actualidad.
Impulsado por la urgencia climática y los compromisos de los países con el cero neto, Irena estima que el hidrógeno cubrirá hasta el 12% del uso mundial de energía para 2050. Es probable que impulse la competitividad económica e influya en el panorama de la política exterior con acuerdos bilaterales que difieran significativamente de las relaciones de hidrocarburos del siglo XX.
La Agencia indica que aquellos países que tradicionalmente no han comercializado energía están estableciendo relaciones energéticas bilaterales en torno al hidrógeno. A medida que surgen más jugadores y nuevas clases de importadores y exportadores netos en el escenario mundial, Irena considera poco probable que el comercio de hidrógeno se convierta en un arma y se cartelice, en contraste con la influencia geopolítica del petróleo y el gas.
En el informe, Irena estima que el comercio transfronterizo de hidrógeno crecerá considerablemente con más de 30 países y regiones que actualmente ya planean un comercio activo. De hecho, algunos países que esperan ser importadores ya están desplegando una diplomacia dedicada al hidrógeno, como Japón y Alemania.
Entre los exportadores de combustibles fósiles, el hidrógeno limpio se está viendo como una forma atractiva de diversificar sus economías. En este caso se encuentran, por ejemplo, Australia, Omán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, la Agencia advierte de que se requieren estrategias de transición económica más amplias, ya que el hidrógeno no compensará las pérdidas en los ingresos del petróleo y el gas.
Evolución de la geopolítica del hidrógeno limpio
Según revela el informe de Irena, el potencial técnico para producir hidrógeno supera significativamente la demanda global estimada. Los países con mayor capacidad para generar electricidad de origen renovable con bajos costes estarán mejor situados para producir hidrógeno verde más competitivo.
Si bien países como Chile, Marruecos y Namibia son importadores netos de energía en la actualidad, están destinados a emerger como exportadores de hidrógeno verde. Darse cuenta del potencial de regiones como África, las Américas, el Oriente Medio y Oceanía podría limitar el riesgo de concentración de las exportaciones. Para ello, muchos países necesitarán transferencias de tecnología, infraestructura e inversiones a gran escala, matiza la Agencia.
Es probable que la geopolítica del hidrógeno limpio se desarrolle en diferentes etapas. El informe ve la década de 2020 como una gran carrera por el liderazgo tecnológico. Pero se espera que la demanda solo despegue a mediados de la década de 2030. En ese momento, el hidrógeno verde competirá en costos con el hidrógeno de combustibles fósiles a nivel mundial, lo que podría suceder incluso antes en países como China, Brasil e India.
El hidrógeno verde ya era asequible en Europa durante el aumento de los precios del gas natural en 2021. Es probable que la renovación de las tuberías de gas natural impulse aún más la demanda y facilite el comercio de hidrógeno.
Industrialización verde
Cabe destacar que, según el informe de Irena, aquellos países con un amplio potencial renovable podrían convertirse en puntos de ‘industrialización verde’, ya que pueden atraer industrias intensivas en energía.
Además, tener una participación en la cadena de valor del hidrógeno puede impulsar la competitividad económica. La fabricación de equipos como electrolizadores y celdas de combustible en particular podría impulsar el negocio. China, Japón y Europa, por ejemplo, ya han son pioneros en el desarrollo de estas tecnologías y el actual escenario industrial en torno al hidrógeno aún puede evolucionar gracias a los futuros avances.
Por otra parte, Irena resalta el hecho de que el hidrógeno verde puede fortalecer la independencia energética, la seguridad y la resiliencia al reducir la dependencia de las importaciones y la volatilidad de los precios y aumentar la flexibilidad del sistema energético.
Sin embargo, las materias primas necesarias para el hidrógeno y las tecnologías renovables podrían llamar la atención sobre la seguridad material. La escasez y las fluctuaciones de precios podrían repercutir en las cadenas de suministro de hidrógeno y afectar negativamente en los costos y los ingresos.
El análisis de Irena concluye que es necesario dar forma a las reglas, los estándares y la gobernanza del hidrógeno para avanzar hacia una competencia geopolítica o abrir una nueva era de cooperación internacional mejorada. Según el documento, ayudar particularmente a los países en desarrollo a implementar tecnologías de hidrógeno verde y promover las industrias del hidrógeno podría evitar la ampliación de una brecha global de descarbonización y promover la equidad y la inclusión, creando cadenas de valor locales, industrias verdes y empleos en países ricos en energía renovable.