El nuevo Sello de Excelencia en Almacenamiento de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) es una certificación diseñada para promover las mejores prácticas en la instalación de sistemas de almacenamiento de energía. El objetivo es establecer los estándares para las mejores prácticas en el desarrollo de estas instalaciones, fomentando la inversión en tecnologías de almacenamiento con arreglo a criterios socioeconómicos, ambientales, de economía circular, y de gobernanza.
El almacenamiento se ha convertido en una pieza clave para extender la disponibilidad de la energía fotovoltaica también a las horas en las que no hay radiación solar, contribuyendo así tanto a reducir el uso de combustibles fósiles como a abaratar la factura eléctrica de los consumidores y las industrias. Con este nuevo Sello de Excelencia, UNEF busca impulsar el desarrollo sostenible y responsable del sector fotovoltaico, fomentando la adopción de tecnologías que contribuyan a la transición energética hacia un modelo limpio y sostenible en España.
Por tanto, el propósito de este sello es establecer una serie de buenas prácticas que impulse el almacenamiento con criterios de excelencia, guiando los proyectos hacia un desarrollo comprometido con el entorno en el que se instalan baterías de una forma efectiva. El Sello de Excelencia en Almacenamiento de UNEF estará disponible para plantas de generación con hibridación y para instalaciones de almacenamiento denominadas ‘stand-alone’.
El proceso de certificación se dividirá en dos fases. Durante el desarrollo de la instalación con un análisis de la documentación del proyecto, y tras su construcción, en el que se verificará que el proyecto se desarrolla según cuatro criterios de excelencia: criterios socioeconómicos, ambientales, de economía circular, y de gobernanza.
Criterios para obtener el Sello de Excelencia en Almacenamiento
En primer lugar, para la consecución de los criterios socioeconómicos, las instalaciones buscarán el aprovechamiento del espacio, promoviendo la cesión de espacios libres para usos comunitarios, como la instalación de puntos limpios o acuerdos con agricultores locales. También deberán generar beneficios para la comunidad, fomentando la compra de productos de proximidad, la generación de empleo y la contratación de empresas locales, la formación de profesionales y otros beneficios como la reducción de la factura eléctrica.
En segundo lugar, para la consecución de los criterios ambientales, las instalaciones de almacenamiento deberán incorporar medidas ambientales y de fomento de la biodiversidad, como la minimización del hormigón y de los movimientos de tierra durante la instalación y la implementación de medidas que fomenten el desarrollo de especies locales y polinizadores. También deberá establecer criterios estrictos de seguridad sobre posibles incidencias y medidas para la contención de vertidos y reducción de ruidos; y deberá atender su integración paisajística, mediante barreras visuales con especies locales y materiales que favorezcan la integración con el entorno.
En tercer lugar, lo relativo a los criterios de economía circular se refiere a llevar a cabo un plan de gestión de residuos que cubra tanto la fase de construcción como la gestión de las baterías al final de su vida útil, así como el uso de materiales reciclados. Por último, para adecuarse a los criterios de gobernanza, se deberá fomentar la interacción con actores municipales e institucionales desde las primeras fases del proyecto; promover la participación comunitaria mediante acuerdos de colaboración con los ayuntamientos; y el fomento de la igualdad de género en los equipos de trabajo.